Conocer los instintos más primitivos del ser humano puede ser muy útil a nivel de marketing. Cómo influyen ciertos mensajes, olores, colores o sabores, pueden dar respuesta a claves comerciales para dar en ese punto de la diana donde se produce la venta. Mucho o poco razonada, será ya cuestión a parte.
Diferentes estudios apuntan a que un 85% de las decisiones de compra son inconscientes. Las emociones, el aprendizaje, la conducta, la memoria, son conceptos psicológicos que ganan terreno en el sector a través del neuromarketing, dispuesto a ofrecer soluciones en diferentes áreas, desde la atención al cliente a la publicidad y el posicionamiento de la marca.
El objetivo es crear una cercanía, una sensación adaptada a los requerimientos más primarios del usuario, precisamente eso que le aporta cierta sensación y bienestar, sin que sepa muy bien por qué. Ahí se encuentra el fruto del estudio de esos procesos cerebrales que llevan a tomar una determinada conducta o decisión de compra.
A pesar de sus ventajas, la implantación del neuromarketing todavía es una utopía. Los psicólogos no disponen aún de un lugar reservado en las empresas para este fin, es algo difícil de encontrar a pesar de la influencia y del poder que puede tener a la hora de definir ciertas estrategias comerciales.
A pesar de las limitaciones que encuentra, el neuromarketing hace tímidas apariciones, como por ejemplo en el Institut de Formació Continua de la Universitat de Barcelona, que ofrece cursos de especialización en esta área.
Seguro que poco a poco estos tipos de formación ganan aceptación. Invertir en investigación y en algo tan abstracto como las emociones o posibles conductas estereotipadas, parece que se aleja de los objetivos comerciales de la mayoría de empresas en tiempos difíciles económicamente.