¿Por qué nos vendemos como perfectos? ¡Somos humanos, no lo somos!

No cabe duda de que debemos potenciar hoy más que nunca nuestra marca personal o personal branding, debido a la gran competencia directa en el mercado laboral. Pero, ¿en qué consiste esto de la marca personal?, ¿Qué tiene que ver el marketing con esto?

Tanto la creación como el aprovechamiento de nuestra marca personal conllevan elaborar un proceso de puro marketing. En este procedimiento nosotros representamos el producto que queremos que sea “comprado” por el receptor de nuestro mensaje o empresa particular.

Para ello, como con cualquier otro producto que deseemos vender, debemos identificar las características y logros que nos definen y nos permiten diferenciarnos del resto de los competidores. Si bien, damos por hecho que establecer las competencias tanto personales como profesionales que mejor representan nuestro carácter es una tarea fácil, en la práctica nos resulta realmente difícil. En este sentido, no consideremos como tiempo perdido aquel dedicado a reflexionar, descubrir emociones, y asumir retos entre otros, puesto que esto nos permitirá especificar qué nos caracteriza.

Además, la complejidad aumenta cuando nos encontramos en situaciones en las que nos vemos obligados a mostrar nuestros talentos a un tercero. Por supuesto, en estos casos debemos enfatizar las cualidades que nos conviertan en la opción preferente. No obstante, en ocasiones cometemos el error de excedernos en el discurso de nuestras ventajas como producto. Pongamos un ejemplo.

“Llegamos a una tienda y la dependienta de la misma nos presenta un producto de una manera realmente atosigadora. Dicha dependienta únicamente se centra en resaltar los aspectos positivos de este producto al mismo tiempo que menosprecia a todos aquellos similares. Incluso, llega a vincularlo con aspectos de nuestra personalidad que ella supone conocer. Como consecuencia, en muchos de los casos nuestra respuesta se corresponderá con una pérdida de la credibilidad y valoración que teníamos hacia ese producto, no completando la compra del mismo.”
Pues bien, esto también nos puede suceder al tratar de vendernos. Elaboramos discursos donde tratamos de acaparar todas y cada una de las competencias o talentos que puedan existir, sin detenernos a pensar si éstas son realmente las que nos hacen sobresalir.

No olvidemos que somos humanos, y como tal imperfectos. Tanto nosotros como aquel que nos compre debe saberlo. Debemos pues, personalizarnos. Centrarnos en aquello que nos hace únicos. Esta sin duda será la mejor forma de que nos compren.

Laura Vergara Barreiros
Máster en Dirección de Recursos Humanos en la Escuela Europea de Negocios

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