Desde la psicología del color se analiza cómo los colores afectan a la percepción y conducta humanas. Este conocimiento (como otros muchos) ha estado en manos de artistas y asociaciones que a lo largo de la historia y desde el secretismo, han profundizado en su saber y utilización.
Hoy en día las empresas, como otros agentes sociales, saben que cada color despierta un tipo de emoción y que, por tanto, conduce a una respuesta particular. Así pues, este conocimiento es utilizado por las marcas para despertar reacciones en los consumidores o para transmitir y/o ensalzar sus proposiciones de valor.
El color (junto a la tipografía, las formas geométricas o el uso lingüístico particular) es un componente esencial de la marca corporativa. A través de él se dice mucho. Por ejemplo, si se busca estimular el lado pasional del consumidor para que se vea más animado a consumir, el rojo será el protagonista de la imagen corporativa. Por el contrario, si lo que se quiere es transmitir seguridad, calma y confianza, será el azul el color que acompañe a la marca.
En resumen, en comunicación y publicidad nada se hace al azar. Cada cosa está pensada y repensada hasta la saciedad con el objetivo de transmitir aquello que se quiere transmitir, tanto de manera consciente como inconsciente. Y en esta meta, la psicología del color aporta muchas herramientas que permiten conocer el comportamiento del consumidor para hacerle más atractivo el producto y/o el servicio ofrecido.