En estos tiempos lo que funciona es el marketing emocional, el neuromarketing. Los anunciantes han de saber llegar al corazoncito de los clientes, emocionarles, tocarles la fibra sensible.
Un publicista moderno tiene que poseer ciertas cualidades de guionista para saber prever la reacción de las personas que verán el anuncio, para conocer cómo van a interiorizar el mensaje.